En una charla liviana, llena de buenas risas y profundas reflexiones, Ilaene Schüler, líder del ministerio Iglesias Discípulos, conversó con los pastores André Fontana y Calebe Ribeiro, de la Iglesia Bautista Água Viva, en Vinhedo-SP (Ibaviva). ¿El tema? La formación de nuevos líderes y la importancia del discipulado intencional en la vida de la iglesia local.
André, quien ha sido pastor durante 23 años y tiene un gran interés en formar líderes, nos contó sobre su encuentro con Jesús a los 16 años y el impacto de ese momento: “Fue un cambio tan radical que al llegar a casa, dije: ‘Quiero hablar de Jesús con mis amigos’. Desmontábamos la sala de casa para que cupieran todos y empezábamos por ahí”.
Este impulso misionero se transformó en convicción pastoral, moldeada a lo largo de los años por mentores que confiaron en él desde el principio y lo “pusieron en el fuego”, expresión que se repitió a lo largo de todo el episodio. “La mayor guía que recibí fue la de los pastores que me pusieron en el fuego. Poco a poco me animaron a asumir mayores compromisos”, dijo André. Dije: «Quiero ser pastor principal de una iglesia». Y me dijeron: «Vamos, sube al púlpito».
A su lado, el pastor Calebe Ribeiro, de 38 años, compartió cómo su trayectoria estuvo profundamente marcada por referencias saludables desde la infancia. “Estoy muy agradecido con Dios por las personas que ha puesto en mi vida para confirmar mi llamado”, dijo. Pero fue mientras caminaba con André en el mismo equipo pastoral que llegó a comprender más profundamente lo que significa "pastorar con madurez": "André se mete en cada pelea y yo digo: 'Dios mío, no puedo creer que vaya a caer en ese agujero'. Pero lo hace. Eso me enseñó mucho sobre el cuidado de los demás".
El tono de la conversación reveló un punto clave: la formación de líderes no se hace a través de cursos aislados o técnicas de gestión, sino a través de la vida compartida. “Un pastor es alguien que crea”, dijo Fontana. Si quieres formar pastores, necesitas convivir con ellos. No se forma a un pastor con mentoría ni coaching, sino con discipulado.
Ambos enfatizaron la importancia de anticipar el crecimiento de la iglesia desarrollando intencionalmente nuevos líderes. André comentó que su mayor sueño no es ser recordado por la iglesia que dirige, sino “por los líderes que formé”. Calebe, por su parte, reconoce que se encuentra en un momento de transición: «Antes, mi enfoque era operativo. Ahora, con André, estoy aprendiendo a ser más estratégico, invirtiendo en las personas».
Al final, quedó claro que ésta es una cultura que necesita ser rescatada en muchas iglesias. “Desafortunadamente, invertir intencionalmente en líderes todavía no es parte de la cultura pastoral brasileña”, dijo Ilaene. Y André reforzó: «El cristianismo es simple. El cristianismo es discipulado. Lo habíamos olvidado. El resto es técnica».
La entrevista no fue sólo una lección práctica de discipulado, sino también un testimonio vivo de lo que sucede cuando los pastores mayores confían, acompañan y empoderan a los más jóvenes, y cuando esos jóvenes responden con humildad, hambre de aprender y un deseo de multiplicarse.
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