Rutina: donde encontramos a Dios en lo cotidiano

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“La rutina, cuando se configura sabiamente, puede convertirse en un espacio donde encontramos a Dios en lo cotidiano”. Tish Harrison Warren, en el libro Liturgia de lo Ordinario.

A menudo pensamos que la vida espiritual está separada de nuestra rutina diaria, pero en realidad es dentro de lo ordinario que aprendemos a vivir de manera sagrada. Cosas sencillas como preparar una comida, organizar la casa o realizar nuestro trabajo diario pueden ser oportunidades para conectarnos con Dios.

La rutina puede ser un medio por el cual experimentamos la presencia de Dios y crecemos espiritualmente. Al igual que la oración y la adoración, las actividades cotidianas también pueden ser actos de adoración cuando se viven con intención y fe. El desafío es ver estas tareas no como obligaciones vacías, sino como momentos en los que Dios nos forma, nos enseña y nos transforma.

La historia de Eunice nos enseña que la vida no sucede en condiciones ideales, sino que podemos tomar decisiones dentro de las circunstancias en que vivimos. Lucas presenta a Timoteo en Hechos 16 como un discípulo reconocido. Pero ¿cómo llegó a este punto? Su madre, Eunice, jugó un papel decisivo. En una época en la que se valoraba más la genealogía paterna, Lucas destaca a Eunice como una mujer judía casada con un griego, que criaba a su hijo en un entorno mixto. Aun así, ella le enseñó las Escrituras desde temprana edad (2 Tim 3:15). Eunice y su madre, Loida, abrazaron la fe antes que Timoteo e influyeron en su crecimiento espiritual.

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