Había una vez un maestro de judo cuyo alumno sufrió un grave accidente automovilístico. Al niño de diez años hubo que amputarle el brazo izquierdo. Todos pensaron que esto pondría fin a las aspiraciones de judo del niño. Sin embargo, la pérdida de su brazo sólo aumentó la determinación del niño para competir. Entonces, a pesar de la amputación, el maestro aceptó continuar entrenando al niño, pero centró todo el entrenamiento en un movimiento específico.
El movimiento fue extremadamente difícil. El niño se quejó, queriendo ser como los demás que estaban aprendiendo todos los aspectos del deporte. Así que practicaban el mismo movimiento día tras día, semana tras semana, mes tras mes.
Finalmente, al chico manco se le permitió participar en un torneo de judo, donde sorprendió a todos, avanzando a través de varias rondas hasta llegar a la final. Su oponente en la ronda final del campeonato era más rápido, más fuerte y más experimentado. Había dominado decenas de técnicas de judo. Y tenía dos brazos. El chico manco quedaría completamente superado. Luego, en un momento de la competencia, el niño manco realizó su único movimiento. Su oponente no pudo hacer nada para evitarlo.
El niño ganó el concurso. Después del partido, todos querían saber cómo un niño con un solo brazo podía ser campeón. El maestro respondió: “Ganó por dos razones. Primero, dominó uno de los movimientos más difíciles de todo el judo. En segundo lugar, la única defensa contra este movimiento es agarrar el brazo izquierdo de tu oponente”.
No sé si la historia es cierta, pero explica bien la importancia del discipulado. El equipo de liderazgo de Victory Manila ha estado tratando de dominar un solo movimiento, practicándolo día tras día, semana tras semana, mes tras mes durante muchos años.
El único movimiento que estamos comprometidos a dominar es este: un proceso de discipulado simple, bíblico y transferible.
Basado en el libro Wikichurch: discipulado comprometido, empoderado y viral de Steve Murrell, Editora Edilan.
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