Edmund Chan destaca tres cosas peligrosas acerca del líder al llevar a cabo el mandato y la misión de Jesús:
1 – Percepción de la indispensabilidad del líder.
Es entonces cuando el líder cree que no es, ni puede ser, indispensable, acarreando todo sobre sí mismo, poniendo en peligro su vida y su liderazgo.
2 – No prepara discípulos.
El líder y la iglesia se acostumbran a esta condición de indispensabilidad del líder, sobrecargando a la iglesia y no generando discípulos.
3 – Agotamiento mutuo.
Cuando esto sucede, los dirigentes se cansan, pero el pueblo también se cansa. Entonces, para evitar este agotamiento, el líder necesita ceder el control, delegando no sólo tareas, sino también autoridad de la manera correcta, a las personas adecuadas, para que puedan ayudar con las demandas y liderar a la gente.
Debemos hacer discípulos no sólo porque queremos, sino porque Jesús nos dice que hagamos discípulos, cumpliendo la orden.
La verdad por sí sola no hace crecer a nadie, pero es la aplicación de la verdad la que hace que las personas crezcan y maduren en la fe. No basta con conocer la verdad, es necesario aplicar la verdad, generando transformación en nuestras vidas.
Edmund Chan también destaca que la madurez espiritual no es automática y no sucede de todos modos, requiere nuestro compromiso con el proceso de crecimiento y maduración según la voluntad de Dios.
¡La madurez precede a la multiplicación espiritual! Cuando los discípulos maduran, naturalmente se reproducen en otros discípulos. La madurez se basa en tres señas de identidad: el amor, una cosmovisión cristiana y una fe auténtica.
Extractos seleccionados de los capítulos 11 y 12 del libro Um Tipo Certo de Edmund Chan, Editora Betânia.
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