Los ambiciosos sueños de Karis

woman wearing black hat staring at sunset

El 5 de febrero se cumplieron diez años desde que Dios tomó para sí a Karis, nuestra hija. Queremos realizar una celebración para ayudar a tus sobrinos a comprender mejor quién es la tía Karis. Digo “es” en lugar de “estaba” porque sabemos que Karis sigue viva, de hecho, más viva que nunca. Pero ella vive en otro lugar, un lugar donde ya no sufre, donde todas sus heridas ya han sido curadas, donde las cicatrices sólo hablan de la gracia de Dios en su vida.

Queremos que los pequeños sepan que Karis vivió una vida llena de alegría. Era juguetona, siempre imaginaba aventuras y juegos. Debido a que confiaba tanto en Dios y su plan para su vida, vivió con gran paz y libertad. Hacía las cosas sin miedo, lo que volvía un poco locos a sus padres, ya que su objetivo era mantenerla a salvo. Esto no era un valor para ella, pues ya se veía completamente segura dentro del amor y cuidado del Padre Celestial.

Al mismo tiempo, Karis cultivó sueños ambiciosos por alcanzar. En el primer aniversario de su muerte, nuestra familia escribió en cuestión de minutos una larga lista de los sueños de Karis. Éstos son algunos de ellos:

1. Ser portavoz de personas que no disfrutan de tener voz: mujeres y niños en determinadas zonas del mundo. Personas cuyas familias los mantenían escondidos dentro de sus casas por vergüenza de tener “defectos” en el cuerpo, la mente o las relaciones sociales.

2. Conviértete en pediatra y recauda fondos para que ningún niño en el mundo tenga que pasar hambre o morir de hambre. Ella dijo: “No soporto pensar en los niños que no comen, no como yo, que por un problema físico no puedo comer, sino porque no tienen comida. Daría cada centavo gastado para seguir vivos y poder comer”.

3. Ser periodista, exponer el sufrimiento de las personas producto del egoísmo de quienes tuvieron acceso a los recursos.

Y tantos otros sueños. Lloró por las injusticias del mundo, incluida la que sentía que la afectaba, por haber nacido, según ella, en una cuna de oro.

Ahora, mirando la vida de Karis, nuestra hija, desde la perspectiva de diez años después de su muerte, pienso en su lista de sueños y la imagino hablando con Dios sobre ellos. “Papá que estás en el cielo, hay tantas cosas que quería lograr mientras vivía en el planeta Tierra. ¿No podrías tú, papá, animar a otras personas a lograr estas cosas? ¿No podrías traer justicia al mundo?

Y me imagino a Dios respondiendo: “Cariño, no te preocupes. Sigo siendo soberano. Tengo planes que se harán realidad. Un día no habrá más hambre, ni lágrimas, ni tristeza, ni dolor. Al igual que en tu vida, cuido a mis seres queridos, grandes y pequeños. Nadie frustrará mis propósitos. Ten paciencia, pequeña. Sé que te parece muy poco lo que lograste hacer allí. Pero no todo el mundo está llamado a realizar grandes hazañas. Fuiste fiel y alegraste mi corazón con tus intercesiones. Estad en paz”.

Tal vez sea porque este año cumpliré setenta años, imaginar esta conversación me reconforta. Porque imagino que hay muchos, como Karis, como yo, que llegamos a sentirnos inútiles y bastante limitados ante las necesidades que percibimos. Siento que yo, como Karis, estoy llamada a entregarnos, confiando en el Señor para realizar las “grandes obras” que con seguridad Él realizará. Y nuestro gozo en Su presencia será inconmensurable, tal como lo experimenta Karis hoy. Lo que nuestro Padre Celestial más desea de nosotros es nuestra fidelidad, haciendo día a día lo que nos llama a hacer por amor a sus hijos. El resultado será, como dice en inglés una de mis canciones favoritas, miles de aleluyas a tu nombre.

Deborah Kornfield

Lee el libro “Karis, veo la gracia”, de Editorial Betaniay aprenda más sobre los milagros de Dios en la vida de esta familia.

 

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