¡El tiempo vuela!
“Enséñanos, pues, a contar nuestros días, para que apliquemos nuestro corazón a la sabiduría” (Sal 90,12).
Muchos viven vidas diseñadas por ellos mismos en lugar de vidas dirigidas por Dios. Por supuesto, estamos comprometidos con Dios. Pero queremos pilotear nuestras propias vidas. Walter J. Kuhn compuso un poema conmovedor que me conmovió profundamente. Se titula “Mi único llamamiento” y dice:
“Sólo una cosa, oh Maestro, te pido hoy:
Ahora que ha pasado el año viejo.
Y un año nuevo prometedor, por Tu gracia,
Con todos los sueños de la juventud son míos.
Sólo una cosa pregunto mientras avanzo,
Que caminaré contigo Ni demasiado rápido ni demasiado lento;
Sólo pido una cosa y nada más:
No te quedes atrás ni corras hacia delante.
¡Oh Maestro! Este es mi único atractivo:
Toma el control de mi vida y guíame”.
Para aplicar de manera significativa el llamado del salmista a “contar nuestros días para que apliquemos nuestro corazón a la sabiduría”, primero debemos determinar a quién queremos en la silla del capitán. Si no tenemos a Dios en la silla del capitán, podemos “darnos cuenta” de que la vida es corta, podemos desear vivir con intencionalidad y mayordomía – y aun así terminaremos viviendo una vida egoísta y diseñada por nosotros mismos en lugar de una vida que honra a Dios y dirigida por Dios.
“Contar nuestros días” (reconocer la brevedad de la vida) implica, por tanto, un cálculo moral de nuestra sagrada responsabilidad ante Dios. Guíanos a vivir esta UNA VIDA con la sabiduría de la intencionalidad sagrada y la administración consciente, según las indicaciones de ÉL, quien conoce nuestro futuro y sostiene nuestro destino. De hecho, cuando vivimos nuestras vidas mortales bajo la sombra del Inmortal, desarrollamos la verdadera capacidad de “contar nuestros días” – no contándolos en un calendario – sino consagrándolos a nuestro Creador. Y en nuestra humilde consagración, ciertamente “aplicaremos nuestro corazón a la (verdadera) sabiduría”.
Edmundo Chan