Las realidades geopolíticas, las guerras y las incertidumbres cumplen lo que ya predijo Jesús: “Todo esto es sólo el principio de los dolores de parto” que marcan el fin de los tiempos (Mt 24,8).
Entonces, ¿cuál es la respuesta de Jesús a este mundo devastado por la guerra?
La respuesta fundamental a las guerras y los enigmas de la vida es simple pero profunda: “¡Debes nacer de nuevo!” (Juan 3:3,7).
Debes nacer de nuevo.
¿Por qué? ¡Porque la sagrada esperanza no reside en los triunfos de los hombres, sino en la transformación de Dios!
Debes nacer de nuevo.
¿Por qué? ¡Porque es nuestra verdadera esperanza! Porque Dios “nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (1 Pedro 1:3).
Debes nacer de nuevo.
¿Por qué? Porque para triunfar sobre el mal y promover el bien, debemos reconocer que el mal reside en todos nosotros – ¡y necesitamos desesperadamente la ayuda y liberación de Dios!
Como tal, hay tres cosas que debemos entender con respecto a nuestro mundo caído. Primero, entender el Evangelio. Segundo, cree en el Evangelio. Y tercero, proclamar el Evangelio. ¡Porque es a través del Evangelio de JESÚS que somos transformados de adentro hacia afuera!
Debes nacer de nuevo.
¡El Evangelio revela la buena noticia de que, en nuestra total impotencia, Dios envió a Su Hijo a la humanidad caída! En nuestra búsqueda desesperada de respuestas, a menudo no reconocemos plenamente el poder transformador del Evangelio. ¡Es por eso que Cristo vino al mundo: para destruir las obras del Diablo y liberarnos (1 Juan 3:8)! Él hizo lo que nosotros no podemos hacer. ¡Jesús nos liberó y nos cambió de adentro hacia afuera!
Debes nacer de nuevo.
La esperanza del mundo no se encuentra sólo en un alto el fuego y un regreso irreflexivo a la normalidad. La esperanza del mundo es la fe en Jesús. ¡Porque sólo Él nos da una novedad de vida profunda y transformadora!
¡Debes nacer de nuevo!
¡Ten por delante una peregrinación sabia (nacida de nuevo)!
Edmundo Chan