John Piper dijo: “El punto principal del Salmo 16, al menos tal como yo lo entiendo, es este: Dios te guiará –en cuerpo y alma– a través de la vida y la muerte hacia el placer pleno y eterno, si él es tu refugio más seguro, y. tu tesoro supremo, tu Señor soberano y tu consejero de confianza”.
Deduzco del Salmo 16 que hay tres decisiones decisivas que debemos tomar para tener a Dios como nuestro refugio.
- LO QUE DECIDIMOS RECHAZAR
¡La primera opción decisiva es rechazar la idolatría!
Salmo 16:4 – “Grande será el sufrimiento de los que corren tras dioses ajenos”.
David decidió así: “No participaré en sus sacrificios de sangre, ni mis labios mencionarán sus nombres”.
La idolatría es todo lo que usurpa el trono legítimo de Dios en nuestras vidas, es un desvío del camino de Dios y un alejamiento de Dios mismo.
¡Elige rechazar la idolatría y buscar lealtad y devoción a Dios! Sin este primer punto de partida, todo lo demás es inútil.
- LO QUE DEBEMOS ABRAZAR
La segunda opción decisiva es abrazar a Dios mismo.
Nos alejamos de la idolatría y nos dirigimos A Dios para caminar en intimidad con Él.
De esto se desprenden tres cosas buenas:
- ser satisfecho en Dios (v.5-6): “en verdad tengo una hermosa herencia” (v.6).
- ser firme en Dios (v.7-8): “Con él a mi diestra, no seré conmovido”. (v.8).
- ser seguro en Dios (v.9-10): “hasta mi cuerpo descansará en paz” (v.9).
- LO QUE ELEGIMOS PARA SER FELICES
¡La tercera opción decisiva es regocijarnos en la presencia de Dios! ¡Saber que en todas las circunstancias Dios está presente!
Salmo 16:11: “Me darás a conocer la senda de la vida, el gozo pleno de tu presencia, el deleite eterno a tu diestra”.
La alegría es una marca definitiva de la vida cristiana. ¡Alguien puede estar triste por una circunstancia y aun así regocijarse en la presencia y el propósito de Dios!
Así que ayúdanos, Dios. Rechacemos la idolatría en todas sus formas y formas. Abraza la intimidad con Dios. Y regocijaos en su presencia. Pues bien, encontramos nuestro fiel refugio en Dios. ¡Cualesquiera que sean las circunstancias!
Edmundo Chan
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