La Biblia es la revelación divina que nos lleva al encuentro con Dios y la transformación.
Un ejemplo de esto se puede ver en la Torá, que consta de los Cinco Libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), también conocido como Pentateuco (“cinco libros” en griego). Sin embargo, la palabra “Torá” en hebreo es rica en significados. Aunque a menudo se traduce como “ley”, también abarca importantes connotaciones de “enseñanza”, “orientación”, “doctrina”, “dirección” e “instrucción”.
Juntos, los libros de la Torá transmiten las estipulaciones dadas por Dios con el propósito de enseñar e instruir. Este encuentro transformador nos lleva del tema a la teología.
Al considerar los temas de los Cinco Libros, es correcto afirmar lo siguiente: Génesis aborda la creación y los comienzos; Éxodo narra la liberación de Egipto; Levítico trata de sacrificios y leyes; Números relata los viajes de 40 años por el desierto; y Deuteronomio reitera la ley. Sin embargo, los temas son sólo una parte de la ecuación y a menudo se pasa por alto la teología.
En realidad, Génesis trasciende la mera creación y trata sobre Dios Todopoderoso: soberano en la creación, juez en la condenación y proveedor del pacto. Su teología imperativa nos dirige a inclinarnos humildemente ante la benevolente soberanía de Dios Todopoderoso, independientemente de las circunstancias de nuestras vidas.
Asimismo, el Éxodo es más que la liberación de Egipto; es la teología de Dios como el liberador poderoso y compasivo. La teología nos guía a confiar en la fiel providencia de Dios en cada momento de nuestras necesidades.
Levítico va más allá de la idea de ser sólo un libro de sacrificios y leyes; es una teología centrada en un Dios santo que habita entre nosotros y que nos invita a la intimidad con Él (a través del sacrificio final de Jesucristo). Su implicación teológica nos guía a dar gracias cuando contemplamos al Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
Números es más que un relato de peregrinaciones por el desierto; es una narración sobre el Dios fiel, cuya providencia y perdón son más que legendarios. Su importancia teológica nos anima a inclinarnos hacia Él, que permanece inimaginablemente fiel incluso en medio de nuestras peregrinaciones.
Finalmente, Deuteronomio va más allá de reiterar la ley; se trata del Dios del Pacto, que busca una relación de pacto con Su pueblo. Su teología íntima nos guía a descansar en Él, cuyo amor es nuestra bandera.
Al contemplar esta imagen de Dios, nos volvemos más teocéntricos en nuestro enfoque de las Escrituras, pasando del tema a la teología, de la información a la transformación y del contenido a Cristo.
Porque, en última instancia, todas las Escrituras nos señalan a JESÚS. En Él realmente encontramos a DIOS.
Por lo tanto, busquemos a Dios en la Biblia y embarquemos en un bendito viaje de peregrinación.
Edmundo Chan