La falacia del “cuándo… entonces”

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La revista “Psychology Today” realizó una encuesta entre 52.000 estadounidenses y preguntó: “¿Qué se necesita para ser feliz?” Como era de esperar, las respuestas fueron variadas, pero surgió una razón común para la felicidad: la comprensión de que la felicidad depende de un conjunto específico de circunstancias.

Esta búsqueda incesante de un conjunto específico de circunstancias lleva a muchos a caer presa del pensamiento “CUÁNDO… ENTONCES”.

Pensamos: “CUANDO deje la escuela, ENTONCES seré feliz”. Sin embargo, cuando finalmente dejamos la escuela, nos damos cuenta de que la felicidad no está garantizada.

Entonces pensamos: “CUANDO consiga un buen trabajo, ENTONCES seré feliz”. ¿Es realmente así?

Con un buen trabajo, nuestra mente va más allá: “CUANDO sea millonario, ENTONCES seré feliz”.

Sin embargo, a medida que nuestra capacidad de consumo aumenta, nunca estamos satisfechos. La fórmula “CUANDO… ENTONCES” no parece funcionar.

Sin embargo, persistimos en este patrón de pensamiento.

Quizás dirigimos nuestras expectativas hacia las relaciones. Entonces pensamos: “CUANDO me case, ENTONCES seré feliz”. Y, contradictoriamente, algunos incluso piensan: “¡CUANDO me divorcie, ENTONCES seré feliz!”

Lamentablemente, esta mentalidad no tiene fin. ¡Terminamos usando excusas para justificar nuestra infelicidad!

Ahora bien, al aplicar esta falacia de pensamiento a la iglesia que hace discípulos, surge la inercia del discipulado.

“CUANDO nuestra iglesia crezca, ENTONCES podremos ser una iglesia que hace discípulos”.

“CUANDO tengamos más personal en la iglesia, ENTONCES podremos ser una iglesia que hace discípulos”.

“CUANDO tengamos más recursos, ENTONCES podremos ser una iglesia que hace discípulos”.

Otro ejemplo común es: “CUANDO nuestra congregación esté lista, ENTONCES podremos ser una iglesia que hace discípulos”.

Desafortunadamente, los líderes continúan pensando que “la congregación no está lista”, pero la realidad es que nunca estará lista si no invertimos en el discipulado.

En este contexto, la falacia del pensamiento “Cuando… entonces” resulta perjudicial.

¡Tengamos cuidado de no caer en esta trampa del pensamiento condicional!

Edmundo Chan

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