Jesús me hace lo que Él dice que debería ser

 

“No puedo entrar en los reinos del reino de Dios y tener acceso a él a menos que nazca de arriba a través de un nacimiento completamente distinto del nacimiento físico. “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). La evidencia del nuevo nacimiento es mi entrega tan completa al Señor que “Cristo fue formado” en mí. Una vez que “Cristo es formado” en mí, Su naturaleza inmediatamente comienza a obrar a través de mí.

Tenga cuidado de no pensar en Jesús simplemente como un maestro. Si Jesús es simplemente Maestro, lo único que puede hacer es frustrarme con un estándar moral que no puedo alcanzar. ¿Qué sentido tiene presentarme un ideal sublime que nunca podré alcanzar? ¿Qué sentido tiene decirme a mí mismo que nunca podré ser “puro de corazón” (Mt 5,8), hacer más que mi deber, estar completamente consagrado a Dios? La redención significa que Jesucristo puede colocar en cualquier persona la misma naturaleza que gobernó Su propia vida, y todas las normas establecidas por Dios se basan en esta naturaleza.

Cuando nazco de nuevo por el Espíritu de Dios, me doy cuenta de que Jesucristo no sólo vino a enseñar, sino que vino a hacer de mí lo que me enseña a ser.

No podemos cumplir lo que el Señor nos enseñó, pero podemos buscarlo y escuchar de Él: “Bienaventurados los pobres de espíritu”. Este es el primer principio básico del reino de Dios. La base de sustento del reino de Jesucristo es la pobreza y no los bienes que poseemos; no decisiones por Jesús, sino tener la comprensión de la incapacidad absoluta que nos lleva a admitir: “no sé por dónde empezar”. A lo que Jesús responde: “Bienaventurados sois” (Mt 5,11). Ésta es la puerta de entrada al reino, ¡y nos lleva tanto tiempo creer que somos pobres! El reconocimiento de nuestra propia pobreza es lo que nos lleva al punto justo, al terreno fértil donde Jesús cumple su obra.

Dios no puede hacer nada por nosotros mientras pensemos que somos suficientes por nosotros mismos. Mientras seamos particularmente “ricos” en el ámbito del orgullo o la independencia, Dios no podrá hacer nada por nosotros. Debemos entrar a Su reino por la puerta de la pobreza”.

Basado en el Devocional Todo para Él de Oswald Cámaras.

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