Jesús llora por nuestras vidas.

Por Tania Marques

¿Alguna vez has llorado por alguien? ¿Alguna vez has conocido a alguien que lloró por ti?

En el libro del evangelista Lucas capítulo 19:41-44, se cuenta un momento en el que Jesús llora lamentándose al ver la situación en Jerusalén. 

Jesús fue muy sensible a los problemas de la humanidad. En este pasaje llega a Jerusalén y nota situaciones desagradables que suceden en la ciudad. Personas religiosas ciegas, que guiaban a otras personas con enseñanzas que estaban completamente fuera de las verdades de Dios. No tuvo que caminar mucho para notar el caos en la ciudad.

¡Jesús siente una gran tristeza en su corazón y llora! ¡Era Dios mismo quien estaba allí y nadie se dio cuenta, nadie reconoció ni dio crédito a sus palabras, guía o presencia! ¡Nada ha cambiado a pesar de las verdades que se predican! Lloró porque el pueblo rechazó la oferta de gracia de Dios.

Hoy vivimos tiempos difíciles. Muchos conocen la verdad, pero no le dan crédito, no cambian, aun así, ¡Dios sigue obrando! Jesús llora por la incredulidad de esta época actual. Como Jesús, ¿hay algo en tu vida que te ha hecho llorar?

1. Muchos lloran porque no pueden vencer el MIEDO.

Llevan el miedo en sus vidas como si fuera una carga muy pesada. El MIEDO es parte de las emociones y existen para darle movimiento a todos los seres humanos. Sin emociones seríamos como robots. 

Sentimos miedo cuando hay peligro, nos sentimos amenazados, cuando hay algún tipo de separación, algún conflicto. Hay miedo real (racional). Es el miedo que sentimos ante el nivel de peligro real. ¡Es un miedo protector!

Hay un miedo imaginario (irracional). Es sentir miedo exagerado, basado en algo que no existe. Este miedo nos paraliza e impide nuestro desarrollo.

El miedo va de la mano con la preocupación, y toda preocupación debe ser eliminada de nuestra mente. ¿Cómo hacerlo? 

Primero, comprende la raíz de tu miedo. Vea qué hay detrás del miedo. ¡Pregunta! Mira si es real o imaginario.

Segundo, afrontarlo con las verdades contenidas en la palabra de Dios.

En 1 Juan 4:18 dice En el amor no hay miedo; al contrario, el amor perfecto expulsa el miedo, porque el miedo presupone el castigo. El que teme no se perfecciona en el amor”.. Tenemos el amor del Padre, podemos confiar en él, porque nada sucede sin su permiso. Es bueno y quiere lo mejor para sus hijos.

El salmista en Salmo 56:3 dice: “El día que tema, en ti confiaré”.

Haz lo mismo cuando te encuentres con situaciones que te causen miedo. Busca a alguien que te ayude. Nuestro miedo debe ser comprendido, expresado y resuelto; de lo contrario, puede dañar nuestras vidas.

2. Muchos lloran porque sienten SOLEDAD.

La soledad no es la ausencia de rostros, es decir, del cuerpo físico. Es la ausencia de intimidad. La soledad no proviene de estar solo; Proviene de sentirse solo. Ya sea que lo golpee en su cama o que enfrente una enfermedad, la muerte o un cambio en su vida, ¡no es el final! Todos sentiremos soledad en algún momento.

Tu actitud hacia ella marcará la diferencia en tu vida. Graba esta frase “no estás solo”, la palabra de Dios dice así:

“No te dejaré…” Génesis 28:15

“No desampararé a mi pueblo… Reyes 6:13

“Porque tú estás conmigo… Salmo 23:4

¡Tu momento de soledad puede ser un tiempo de oportunidad para que Dios te enseñe a escuchar su dulce voz, preparándote para vivir días increíbles en su presencia!

3. Muchos lloran porque extrañan a la gente.

Lloran por un ser querido que se ha ido, ya sea por muerte, por el fin de una relación, por un buen momento que pasaron y que nunca volverá, por un trabajo, por un bien material…

No está prohibido sentir nostalgia, lo que no es bueno es pasarse toda la vida con la nostalgia. Muchos están paralizados por la nostalgia. ¡Esto no es bueno! ¡No agrada a Dios! Muchos hacen de su anhelo su dios.

En el libro de Eclesiastés capítulo 3 dice que hay un tiempo para todo…

La fase de envejecimiento es la fase que más extrañamos. ¡No podemos cambiar eso! ¡El envejecimiento llega a todos! ¡Es idea de Dios! Es su manera de hacernos avanzar hacia la Patria Celestial.

No podemos cambiar el proceso, pero podemos cambiar nuestras actitudes hacia él. ¡GRACIAS!

Agradece todo lo que ha ocurrido, está ocurriendo y ocurrirá en tu vida.

Celebra cada momento con alegría con las personas que te rodean. No pierdas el tiempo con resentimiento. ¡Perdona siempre!

Finalmente, reconocer que todo viene de Dios, todo es por él y para él.

Estemos atentos, con los ojos espirituales abiertos a la visita de Dios en nuestras vidas. ¡No perdamos la oportunidad de dejarnos moldear por la dulce presencia del Señor! 

¡Que Dios nos bendiga!

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