Camina con Jesús

Por Elcimar Fernández

¿Te sientes cómodo imitando a alguien como él imita a Cristo?

¿Y cómo te sientes si alguien te imita como tú imitas a Cristo?

Imitar es tomar a alguien como modelo y reproducir lo que hace. Sin embargo, para algunos la imitación es peyorativa y representa un intento de plagiar, falsificar o reproducir fraudulentamente el original. 

¿Imitar a alguien sería falso? ¿Es prudente desafiar a la gente a imitarnos, siguiendo el ejemplo del apóstol Pablo en 1 Cor 11,1? Si tenemos las enseñanzas de Cristo registradas en los evangelios, ¿por qué necesitamos otros modelos humanos para el discipulado?

El discipulado es más que la transmisión de conceptos o la mera imitación de las normas morales de Cristo, es una profunda identificación con su sufrimiento y muerte y la voluntad de vivir el mismo tipo de obediencia radical demostrada por el Maestro. La iglesia necesita ejemplos vivos que encarnen la verdad, como Esteban, Pablo, Bernabé y muchos otros que murieron a sí mismos y se sometieron al señorío absoluto de Cristo.

Howard y William Hendricks¹ Afirmar que Dios siempre revela su verdad a través de una persona. Éste es el valor de un mentor o discipulador divino. Él demuestra la verdad bíblica en la carne. Es una verdad que se enseña no sólo a los oídos, sino también a los ojos.

Por tanto, si decimos que imitamos a Cristo, pero nuestras acciones difieren de las acciones de los apóstoles y de los hombres y mujeres fieles a Dios que nos rodean, probablemente no estemos imitando al Jesús real, sino a un ideal creado por nuestra mente. 

La mayor parte del comportamiento humano se aprende mediante la observación de un modelo. Aprendemos a ser padres de nuestros propios padres, aún cuando los ejemplos no sean admirables. 

Lo que haga un mentor o discipulador y cómo viva tendrá un impacto mucho mayor que cualquier cosa que diga. Hay un poder sorprendente en el modelado inconsciente que ocurre en el aprendizaje relacional. 

Por eso, intencionadamente, el apóstol Pablo se erige como modelo a imitar por los seguidores de Cristo. No es una idea exclusiva de la primera carta a los Corintios, pero el principio de imitación se encuentra en varios escritos del Nuevo Testamento (1 Cor 11,1; 1 Cor 4,16; 1 Tes 1.6; 2 Tes 3.9; Hb 13,7).

Hay quienes consideran arrogante la actitud de Pablo de presentarse como un modelo a imitar. Sin embargo, debemos considerar que el apóstol a los gentiles apunta a Cristo y no a sí mismo. Animó a los efesios a ser imitadores de Dios, como hijos amados. (Ef 5.1). Y, sin embargo, al desafiar a los cristianos corintios a imitarlo, el argumento es que, ante todo, imitó a Cristo. Ésta es la única condición segura para imitar a alguien.

Jonás Madureira²  Afirma que éste es el coste del discipulado: caminar con Jesús e imitarlo. El discípulo que desea seguir a Jesús debe tener amor incondicional, disposición a sufrir por el evangelio y desapego de la vida misma. Pero el costo para el discipulador que ayudará a otros a seguir a Jesús es ser, primero, un seguidor sincero de Cristo. Nadie que no esté caminando con Jesús tiene la autoridad para ayudar a las personas en este viaje de discipulado. De lo contrario, estaría haciendo discípulos de sí mismo y no de Cristo.

Edmundo Chan³ afirma que un tipo correcto de discipulador es, ante todo, un tipo correcto de discípulo. Según Hechos 4:13 hay una marca definitoria que se puede reconocer fácilmente en los verdaderos discípulos:

“Cuando vieron la intrepidez de Pedro y de Juan, sabiendo que eran hombres analfabetos e incultos, quedaron asombrados; y reconoció que si hubieran estado con jesus"

  1. La autoridad del discípulo/hacedor de discípulos no reside en su conocimiento intelectual. Pedro y Juan, a pesar de no haber sido formados en escuelas rabínicas, hablaron con valentía ante el Sanedrín y generaron admiración entre sus oyentes.
  2. La autoridad del discípulo/discipulador proviene de su experiencia de haber estado con Jesús. Estar con Jesús implica una experiencia personal y continua de transformación. Caminar con Jesús resulta en un cambio permanente en quiénes somos.
  3. La autoridad del discípulo/discipulador se demuestra en el coraje de trabajar por la causa del evangelio, incluso si esto pone en riesgo su vida y sus prioridades.

Nos falta gente a quien admirar e imitar. Encuentra modelos que te inspiren, pero acepta el desafío de ser modelo para los fieles. El Nuevo Testamento no habla de modelos perfectos, sino de personas que están en constante progreso y, por tanto, merecen ser imitadas. 

Este estudio me llevó a pensar en las implicaciones de imitar y ser imitado. Quiero tener buenos referentes humanos para la vida cristiana y ser un ejemplo de progreso para aquellos a quienes he ayudado a seguir a Jesús.

De forma práctica y medible propongo:

  1. Identificar 3 cualidades de Jesús, notadas en la vida de las personas que me inspiran, y dedicarme a la oración e imitar estos patrones en mi vida.
  2. Identificar 3 áreas deficientes en mi vida que no son dignas de imitación y compartirlas en mi microgrupo de discipulado para recibir una confrontación amorosa y estímulo para el cambio.

Que Dios nos bendiga en la experiencia de imitar y ser imitados.

 

NOTAS:

¹ HENDRICKS, Howard y William. Como el hierro se afila con el hierro: la formación del carácter a través de la tutoría. São Paulo: Shedd Publicações, 2015.

²  MADUREIRA, Jonás. El costo del discipulado: la doctrina de la imitación de Cristo. São José dos Campos, SP: Fiel, 2019.

³ CHAN, Edmundo. El tipo correcto: discipulado intencional que redefine el éxito en el ministerio. Curitiba: Editora Betânia, 2021.

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