por Alessandra Machado
Andar sin Dios es como andar de muertos. El apóstol Pablo afirma que antes de conocer a Dios “Estábamos sin vida, muertos en nuestras transgresiones y pecados, en los que una vez anduvimos, según la corriente de este mundo, según el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia”. Sí, fuimos separados de Dios a causa de nuestro pecado.
¿Cómo sé si estoy caminando sin Dios? Puede ser el resultado de caminar según nuestra propia voluntad. Desde el Jardín del Edén, los seres humanos han tendido a ser sus propios dioses. La naturaleza caída, heredada por el pecado de Adán y Eva, o nuestra carne, como la llama la Palabra de Dios, siempre nos aleja del creador. Existe una tendencia natural en el ser humano hacia la autosuficiencia, que se expresa en no necesitar de Dios.
Caminar sin Dios nos lleva a seguir nuestros pensamientos o “hacer lo que se nos ocurra”. Nuestras elecciones o acciones son el resultado de los pensamientos que establecemos. Cuando nuestros pensamientos no están establecidos con base en la Palabra y los valores del Reino de Dios, fácilmente tomamos decisiones que nos distancian de Dios. El profeta Isaías afirma que los pensamientos de Dios son más elevados que nuestros pensamientos.
Caminar con Dios es un privilegio y una posibilidad para los hijos de Dios, aquellos que tienen una relación con Dios como su Padre. La Palabra de Dios dice que los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios. Entonces, una de las características de un hijo de Dios es la obediencia al Padre.
Caminar sin Dios es una característica de quienes no son niños. En la Palabra se les llama hijos de ira o hijos de desobediencia (Ef 2,1-3). ¿Por qué hijos de desobediencia? Este alejamiento de Dios está marcado por la autosuficiencia, por la esclavitud de nuestros pecados, caminando según los valores de este mundo y no del Reino de Dios. Bueno, no tienes el señorío de Jesús sobre tu vida.
Un predicador mencionó una vez que los seres humanos están bajo la protección y dominio de Dios o están sujetos a Satanás, al que la Biblia llama el espíritu que actúa sobre los hijos de desobediencia. No hay otra posibilidad.
Dios mismo tomó la iniciativa, nos amó cuando aún éramos hijos de desobediencia y nos dio vida a través de Jesús, por su gracia. ¿Por qué? Porque Él es amor y nosotros somos objeto de Su amor. Dios encuentra gozo al relacionarse con nosotros como un Padre se relaciona con sus hijos. Él nos creó para disfrutar de su amor. ¡Qué privilegio que Dios nos haga sus amados hijos!
¿Cómo son los hijos de Dios? Cerca de Dios, en una relación de amor e intimidad. Sí, una relación donde Dios comparte Su corazón y nosotros buscamos escuchar Su corazón.
Dios quiere que ahora caminemos en obediencia y disfrutemos de la nueva vida que Él nos ha dado, vivificados para Su voluntad. Para ello es necesario seguir sus pensamientos y no los nuestros, dejándonos guiar por su Espíritu Santo. ¡Sí, ser llamada hija de Dios significa que ya no soy hija de la desobediencia! ¡Soy hija de su amor y camino cerca de Él!
Y tú, ¿has experimentado esta relación con Dios como tu Padre? Jesús es el camino para hacer esto. Él nos reconcilia con el Padre. Ora a Jesús entregando tu vida, confesando tu desobediencia e invítalo a ser el Señor de tu vida, a quien quieres obedecer.
¿Ya eres hijo o hija de Dios? ¿Cómo ha sido vuestra intimidad con el Padre? ¿Has escuchado el corazón del Padre con respecto a tu vida y sus sueños para ti? ¡Camina con Dios! ¡Disfruta de la presencia y el amor del Padre!
1 comentario
miguel angel
Estar en movimiento…