por Marcelo Ramiro
La única persona que puede hacer discípulos es la que es discípulo. Es imposible multiplicar lo que no somos. Nos reproducimos según nuestra especie. Para multiplicar discípulos de Jesús, ante todo, debemos encontrarnos en esta condición.
Y, para ser discípulos, debemos estar plenamente comprometidos con nuestro crecimiento espiritual. Este proceso no es automático. Requiere entrega total al señorío de Cristo, perseverancia y disciplina.
Antes de cuidar, necesitamos que nos cuiden. ¿Te estás cuidando bien? ¿Las personas de confianza son libres de señalar áreas débiles y ministrar en su vida?
Bienvenidos al Discipulado en la Vida. Estamos en el módulo llamado Cómo ser un buen discípulo o aprendiz de la Biblia de Estudio del Discipulado. Este es el estudio número 7 – Estrategias para el crecimiento. Abordemos pasos para nuestro crecimiento. Instrucciones bíblicas para que nuestro corazón permanezca protegido y bien cuidado.
El crecimiento espiritual no ocurre automáticamente en la vida de un discípulo. No basta con escuchar buenos mensajes y leer reflexiones inspiradas. Es la verdad aplicada la que cambia nuestras vidas.
A menudo tenemos una percepción errónea sobre este crecimiento. La madurez espiritual no se puede medir por los dones espirituales, ni siquiera por el servicio en la iglesia. Una persona talentosa puede vivir en pecados oscuros y aun así ser aplaudida por su ministerio.
Crecer en madurez espiritual es adoptar la Palabra de Dios como nuestra brújula constante. La verdad creída y aplicada es la que nos lleva a crecer. No estamos llamados a apreciar o admirar la verdad, sino a aplicarla a nuestras vidas.
El ministerio fluye de quienes somos. Si yo como pastor quiero una iglesia que escuche a Dios y se mueva por la Palabra, necesito experimentar esta dimensión. Si usted, como líder de un grupo pequeño, por ejemplo, quiere ver crecer a las personas, debe ser el modelo a seguir.
Por este motivo debemos cuidarnos mucho. Si fracasamos en esta obra, cualquier avance o resultado será temporal y superficial en el ministerio.
Cuídate
En la primera carta de Pablo a su discípulo Timoteo, en el capítulo 4, versículos 11 al 16, vemos una serie de instrucciones y recomendaciones, que abarcan dos grandes áreas: Nuestro carácter y vida interior y, en segundo lugar, nuestro ministerio. Necesitamos nutrir a ambos intencionalmente, pero todo comienza dentro de nosotros.
En el versículo 16, la instrucción de Pablo a su discípulo es clara. Cuídate a ti mismo y a la doctrina. Es un imperativo con dos aspectos importantes: nadie tiene derecho a cuidar la doctrina si no se le está cuidando. La aplicación de la doctrina produce resultados en las emociones, en las relaciones, en la familia: produce un crecimiento completo. Necesitamos cuidarnos a nosotros mismos.
En este camino de cuidado personal, un grupo de discipulado o grupo pastoral nos ayuda mucho. Podemos presentar intencionalmente áreas para nuestro crecimiento y pedir la ayuda que necesitamos. Tener un mentor o discipulador también hace una gran diferencia, tal como lo hizo Pablo con Timoteo.
En este texto, queda claro que el apóstol se preocupaba por su hijo en la fe, quería ayudarlo a crecer y, por lo tanto, tenía la libertad de hablarle usando palabras en imperativo: dedícate, medita, cuídate, continúa. Estos no son sólo requisitos, sino orientación de un socio en el proceso.
¿Quién tiene la libertad de hablar en imperativo contigo? El discipulado es una relación de amor y aceptación con discípulos que son más maduros en la fe. Personas que nos aman. Y, porque nos aman, tienen la legitimidad para confrontarnos, instruirnos y corregirnos.
Como líderes, no debemos rehuir la rendición de cuentas, una actividad que deja claro cómo avanzamos. Debemos entender que esta disposición es para ayudarnos a mejorar, para que podamos ser el modelo a seguir que queremos para otras personas.
Pablo le dice a Timoteo: “Cuídate a ti mismo y a la doctrina. Continúa en estos deberes, porque así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen”. Pablo también se preocupa por la iglesia, no sólo por Timoteo. Pero está claro que el crecimiento de la iglesia es consecuencia del crecimiento de su joven discípulo. Entonces comienza con la instrucción. cuídate.
vida con dios
Al mismo tiempo, nada puede reemplazar el estar a los pies de Jesús y dejar que Él cuide de nosotros. Pablo guía a Timoteo a ser ejemplo para los fieles en palabra, conducta y pureza. Al inicio de este capítulo 4, de 1 Timoteo, la recomendación es: ejercítate, personalmente, en la piedad. El ejercicio de la piedad equilibra nuestra vida, pero implica formación y dedicación.
Estamos llamados a perseverar en nuestra relación con Dios, estando presentes en las disciplinas espirituales, escuchando la voz de Dios. Pablo refuerza en el versículo 15: Medita sobre estas cosas y dedícate a ellas. Escuchando la dirección de Dios, podemos avanzar en profundidad, madurando intencionalmente.
A través de un tiempo devocional de calidad, conocemos a Jesús, escuchamos su voz y alineamos nuestros corazones y mentes con Él, como dijo un gran músico. “Si no ensayo un día, lo noto. Si no ensayo durante dos días, mi cónyuge se da cuenta. Si no ensayo durante tres días, el mundo entero se da cuenta”.
Además de empezar el día con Jesús, debemos caminar con él todo el día. Esto requiere tomar como sagrado el estilo de vida presentado en el evangelio de Juan capítulo 5, versículo 19 – el hijo no puede hacer nada por sí mismo; Sólo puede hacer lo que ve hacer al Padre. Debemos vivir en constante dependencia de preguntarle a Dios qué está haciendo. Esto implica aprender a estar quietos y entrar en un silencio atento, para escuchar a Dios en diferentes momentos. Cuidarnos implica estar en la fuente diariamente, recibiendo renovación y dirección.
Todo líder, trabajador o pastor necesita tiempos de renovación y alguien que pueda llamarlo a hacerlo cuando se pierde en el ajetreo del ministerio.
Aplicaciones
En este estudio, Dios ministró a mi corazón la necesidad de mantenerme enfocado en el cuidado personal. Quiero comprometerme con esto. Quiero cuidar de mí mismo y de la doctrina, como Pablo le recomendó a Timoteo.
Primero, quiero invertir más tiempo en mi relación con Dios. Deseo silenciarme para escuchar tu voz a diario. Me comprometo a organizarme para que las exigencias del ministerio y de la vida no me alejen de este propósito. Para ello definí un tiempo y un lugar para poder dedicarme a estos momentos con más calidad.
Deseo tener, como Timoteo, alguien con la libertad de hablar conmigo en imperativo. Quiero fortalecer aún más mi relación con mi mentor ministerial, para que cuando le ministren pueda cuidar mejor mi corazón, carácter y vocación. Quiero tomar la iniciativa para que se realicen reuniones mensuales y tener un tiempo específico para aplicar lo discutido.
Como Timoteo, no quiero descuidar el regalo que me han dado. Quiero cuidar la doctrina, en el sentido de estar siempre dispuesto a estudiar y crecer en la obra que el Señor me ha encomendado. Que mi vida revele lo que predico.
Otra implicación importante de mi cuidado personal es mi participación en el grupo de discipulado del que formo parte. Quiero prepararme bien para las reuniones, discerniendo las áreas donde necesito avanzar. Quiero presentar al grupo áreas vulnerables, dando permiso para ser acompañados y confrontados a través de la Palabra.
¿Y tú?
¿Qué dijo Dios a través de este video o estudio?
¿Cómo puedes aplicar lo que aprendiste en tu viaje?
Tómate unos minutos para responder estas preguntas y pensar en aplicaciones prácticas.
Dios bendiga ricamente tu vida.
1 comentario
Eugenio Arroyo Lino
Estoy muy interesado en el discipulado, pero me gustaría tener información sobre este ministerio.