Descanse en medio de la crisis

por Ilaene Schüler

En tiempos de crisis surgen necesidades profundas. Como peregrinos aquí en esta tierra, experimentaremos situaciones de profunda fatiga, ansiedad y crisis como parte de nuestras vidas. Especialmente en este tiempo de pandemia, podemos estar tan abrumados que no nos damos cuenta o no podemos disfrutar del descanso que Jesús ofrece. Porque a partir del encuentro con Jesús puede ocurrir todo un reordenamiento de nuestra vida.

La comunidad a la que se dirige la carta a los Hebreos vive un conflicto entre fe y duda. Algunos de los discípulos de Jesús en Mt 28 dudaron y otros lo amaron. Jesús, sin embargo, no hizo distinción entre ellos. Como discípulos de Jesús experimentamos la tensión entre la adoración y la duda. La carta a los Hebreos se dirige a personas que sufren o experimentan un sufrimiento intenso. Las situaciones de intenso sufrimiento nos exponen a ciertas tentaciones y peligros. Uno de ellos es abandonar nuestra fe.

En una crisis sentimos que nuestro mundo se desordena y lo que parecía sostenerlo ya no lo sostiene. Este tiempo va acompañado de un angustioso sentimiento de pérdida. Cuando estamos en crisis sentimos muy fuertemente la brevedad y limitación de la vida, y puede surgir el miedo a la muerte. Y podemos tener un gran miedo a lo nuevo, queremos refugiarnos en lo viejo, en lo que ya conocemos. Como resultado, nos sentimos inseguros y posponemos los cambios necesarios.

Los períodos de crisis y transición producen un profundo agotamiento. Por eso, está escrito a los hebreos “Porque los que creemos entramos en ese reposo.…” (Heb 4,3). Y esta es nuestra esperanza, hay descanso en Jesús.

Para entrar en el reposo de Dios (Hb 4.1) necesitamos escuchar con fe (Hb 4.2,3). Y por último, hay que hacer un esfuerzo. ¡Sí, esfuérzate! Sin embargo, dentro de nuestros límites es necesario un esfuerzo. Es un estímulo para hacer lo que podamos. 

Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo…” (Hebreos 4.11)

¿Por qué esforzarse? ¿Por qué intentarlo?

Porque podemos experimentar el poder transformador de la Palabra y la presencia de Jesús.

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; penetra hasta dividir alma y espíritu, coyunturas y tuétanos, y juzga los pensamientos e intenciones del corazón. Nada en toda la creación está oculto a los ojos de Dios. Todo queda al descubierto y expuesto ante los ojos de aquel ante quien tendremos que rendir cuentas..” (Hebreos 4:12,13).

Nada está fuera del alcance del impacto y transformación de la Palabra de Dios. Nuestro esfuerzo debe ser responder a Dios y hacer espacio en nuestras vidas para la Palabra de Dios y entonces Él nos traerá vida y descanso. 

La Palabra nos ayuda a discernir el contexto y a discernir nuestro propio corazón. Penetra en nuestro corazón y revela hasta lo más profundo. Puede traer orden al corazón. Y cuando estamos en crisis, realmente queremos experimentar este orden, porque todo se desordena dentro de nosotros.

En tiempos de crisis, el descanso no se trata sólo de encontrar un lugar apartado, sino que es necesario encontrarnos con Jesús. Él puede sostenernos cuando todo parece desmoronarse. Escuchar la voz de Jesús y tener convicción divina de su presencia y dirección es vital para atravesar los desiertos que nos trae la crisis. 

Necesitamos abrirnos para que la Palabra penetre profundamente en nuestras vidas, encontremos a Jesús cuando la leemos (Juan 5,39-40) y Él pondrá en orden tanto el “afuera” como el “adentro” de nuestra vida. 

Cuando experimento la presencia de Jesús y el poder transformador de la Palabra, puedo tomar decisiones, avanzar y salir de la parálisis de la crisis.

Cualquiera que sea la situación que estés viviendo, esfuérzate por encontrar este descanso en Jesús, ¡dejando que la Palabra traiga transformación! Busca encontrar a Jesús al leer la Palabra.

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