por Marcelo Ramiro
Cuando se planta un árbol frutal, se enfrentará al sol, a las tormentas y al fuerte viento. Aunque estos son períodos de adversidad, son sumamente importantes. Los árboles resisten extendiendo sus raíces más profundamente. La adversidad que sufren es la fuente de su gran estabilidad.
Lo mismo sucede con nosotros. Las tormentas de la vida, las adversidades y las pruebas, son instrumentos de Dios para llevarnos a la madurez y generar raíces más profundas en nuestro interior. Esto es lo que nos enseña la Biblia en Santiago 1.2-4:
“Hermanos míos, tened por motivo de gran alegría cuando os encontréis en diversas pruebas, porque sabéis que la prueba de tu fe produce perseverancia. Y la perseverancia debe tener acción plena, para que seas maduro y completo, sin perderse nada”.
La palabra prueba, en el original, significa experimento, prueba o prueba. Estas son circunstancias externas que nos confrontan internamente. Es una presión que viene de afuera hacia adentro. Puede ser una dificultad, una situación adversa o un sufrimiento, que pone a prueba nuestras convicciones.
¿Gran alegría?
“Hermanos míos, tienen por razón. gran alegría el hecho de que pasaron por varias pruebas”, Aparentemente hay una contradicción en este versículo de Santiago 1:2. ¿Te sientes feliz porque estás afligido por todo tipo de problemas y tribulaciones? ¡Así es! Incluso ante el dolor y el sufrimiento, podemos regocijarnos con la certeza de que Dios está obrando para perfeccionarnos. Los problemas que enfrentamos pueden compararse con pruebas que, si se superan, llevarán nuestra fe a la madurez.
Es importante recordar que esta carta de Santiago, el hermano de Jesús, estaba destinada a los discípulos dispersos por todo el imperio romano. Muchos tuvieron que dejarlo todo y huir de la persecución. Es una carta a personas en crisis, que estaban pasando por una gran prueba.
Las pruebas son diversas, como dice el texto bíblico. Pueden ser físicos, mentales, sociales, familiares, emocionales y espirituales. Pueden estar relacionados con el matrimonio, la vida financiera, problemas de relación, enfermedades, etc. ¿Por qué prueba estás pasando ahora? ¿Cómo has reaccionado ante estos momentos difíciles? ¿Puedes encontrar motivos para regocijarte en medio de esta prueba?
Pasará
La recomendación de James nos ayuda a comprender que la prueba es temporal. El texto dice: “el hecho de que pasaron por varias pruebas”. ¡Esta adversidad llegará a su fin! Por lo tanto, podemos regocijarnos, confiando en el carácter inmutable de Dios. La dura prueba no es el final del camino, es un camino. La crisis es un proceso que nos lleva a un lugar de crecimiento en Dios.
En Santiago 1:3-4 leemos:
“sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Ahora bien, la perseverancia debe tener acción completa, para que seáis perfectos y íntegros, sin que os falte nada”.
¿Quieres crecer en madurez? Así que regocíjense cuando pasen por pruebas. Este es el instrumento de Dios para extender nuestras raíces y hacernos avanzar en la fe. David Kornfield define bien este proceso: “Es posible sufrir sin crecer, pero es difícil (¿imposible?) crecer sin sufrir”.
Dios usa las pruebas para refinar nuestros corazones. En el llanto, en las crisis, en las situaciones difíciles, Dios está actuando en nosotros. Es fortalecer nuestras raíces, dándonos estabilidad, profundidad y crecimiento.
Perserverancia
El texto bíblico nos anima a desarrollar una actitud de perseverancia ante las pruebas. Necesitamos aprender a ver las adversidades como instrumentos de Dios para refinar nuestras motivaciones. La prueba es un camino que nos guía hacia la madurez. Sin embargo, debemos entender que este no es un proceso automático en nuestras vidas. El calvario se convierte en un camino hacia la madurez si hay una actitud: la perseverancia.
Perseverar significa mantener tu posición y continuar, sin importar las circunstancias. Así como un atleta se mantiene firme en el entrenamiento para ser perfecto durante la carrera, los cristianos necesitan perseverar para ser “perfecto y completo, sin que le falte nada”. No debemos huir de las pruebas. Necesitamos perseverar hasta el final.
Como el deportista que persevera y obtiene una recompensa. Todo discípulo puede estar seguro de que perseverar en los momentos difíciles nunca será en vano. Santiago 1:12 nos dice que “Bienaventurado el hombre que persevera en la prueba, porque una vez aprobado, recibirá la corona de la vida, que Dios prometió a los que lo aman”.
Que podamos regocijarnos al saber que Dios está forjando nuestro carácter a través de la adversidad. La prueba es el camino que nos lleva a la madurez. Para llegar allí, debemos perseverar. Y es el mismo Espíritu Santo quien nos ayuda en este camino.