por Ilaene Schüler
¡No fuimos hechos para la soledad! Dios nos creó como seres relacionales, a su imagen y semejanza. Cuando caminamos solos, actuamos en contra de nuestra naturaleza, porque la comunión unos con otros no es sólo un mandamiento de Dios, es un aspecto de nuestra humanidad. Solos nos deshumanizamos.
“No es bueno que el hombre esté solo…” (Gén 2,18a). Adán, como primer ser humano, tenía a Dios por encima de él; abajo, los animales, pero no había nadie a su lado. Entonces Dios creó a Eva, una compañera con la que Adán podía establecer una conexión. Dios no pensó que era suficiente para que Adán encontrara plena satisfacción en la vida.
Al igual que Adán, todos necesitamos a Dios y a las personas.
"Dos son mejores que uno..." (Ecl 4.9a). Hay muchos ejemplos famosos en la Biblia, sin contar cónyuges o padres e hijos, donde dos personas experimentaron sinergia, cuidado y crecimiento en su relación. Recuerde, por ejemplo, Noemí y Rut, David y Jonatán, Elías y Eliseo, Bernabé y Pablo, Bernabé y Juan Marcos, y Pablo y Timoteo. Expresiones de alianza, de cuidado y protección mutua, de compromiso hasta la muerte, de unción, de ser compañeros de yugo.
Salomón expresa muy bien lo que podemos experimentar a través de la comunión con otros hermanos y hermanas, cuando dice en Ec 4,9-12 (BV):
“Dos personas juntas pueden ganar mucho más que una sola, porque su trabajo rendirá más. Si uno cae, el otro la ayuda a levantarse; pero sólo el hombre, cuando cae, está en mala situación. Y cuando la noche es fría, dos personas se calientan con la misma manta. Pero, una persona sola, ¿cómo podrá mantenerse caliente? Una persona sola corre el riesgo de ser atacada, pero dos personas juntas pueden defenderse mejor. Y si son tres, mejor aún; la cuerda trenzada con tres hilos no se rompe fácilmente”.
La comunión promueve sinergia– “Porque tu trabajo dará más frutos”. (v.9). En comunión uno puede llevar al otro a avanzar y lograr más en lo que hace. No es posible desarrollar todo nuestro potencial sin alguien que nos ayude a identificar puntos ciegos y períodos de estancamiento.
La comunión promueve compañerismo- “Si uno se cae, el otro le ayuda a levantarse”. (v.10). La tendencia de todo líder es aislarse. La mayoría de las personas, especialmente pastores y líderes, reconocen que no tienen personas con quienes compartir “sus caídas”. Todos fallamos en algún momento y necesitamos que alguien ore con nosotros; Todos nos ponemos tristes a veces y necesitamos que alguien nos consuele; Todos somos débiles a veces y necesitamos que alguien nos anime; Todos a veces perdemos la fe y necesitamos que alguien camine con nosotros para realizar a Dios en medio de las dificultades.
Solemos establecer vínculos en base a lo que hacemos, no a lo que somos, y por eso hablamos poco de nosotros mismos, hablando más de lo que hacemos.
La comunión promueve una ambiente libre – “Y cuando la noche es fría, dos personas usando la misma manta se calientan.” (v.11). Debido a que no tenemos un ambiente de gracia y aceptación que nos permita abrir nuestro corazón, tenemos miedo de ser rechazados o criticados. Sin un alto nivel de confianza y vulnerabilidad relacional, las personas no pueden ser honestas acerca de sus faltas. Entonces, sabiendo que compartir sobre uno mismo se utilizará para medir su carácter, las personas tienen que profundizar en un nivel aún más profundo de deshonestidad, aislándose aún más de las personas que pueden ayudarlos.
La comunión promueve protección – “Una persona sola corre el riesgo de ser atacada, pero dos personas juntas pueden defenderse mejor.” (v.12). Alguien que esté a mi lado como un escudero en la batalla, protegiendo mi retaguardia. Recordemos la historia de Jonatán y su escudero (I Sam 14,1-23) o la historia de cómo Noemí guía y protege a Rut en sus decisiones.
Pasos prácticos para experimentar la comunión en las relaciones:
- Invierte tiempo en compañerismo con personas que pueden ayudarte a crecer, incluido el propio cónyuge.
- Buscar caminar en un grupo de discipulado intencional y en un ambiente de gracia y aceptación., permite el enfrentamiento en el amor, estimulando tu crecimiento, sin sentirte amenazado o descalificado.
- Ten en cuenta que, en algún momento, alguien puede decepcionarte y viceversa. Pedir y ofrecer perdón deben ser ejercicios que formen parte de nuestra vida en el ejercicio de la comunión.
¡Queremos ayudarte!
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