El amor de Jesús el Esposo

por Ilaene Schüler

Así como sucedió con Juan en Ap 4,1, Dios dirá continuamente: “Querida hija, sube más alto”. 

“Después de estas cosas miré, y delante de mí había una puerta abierta en el cielo. La voz que había oído al principio, hablándome como una trompeta, me dijo: “Sube acá y te mostraré lo que debe suceder después de estas cosas”. Rev 4.1

Compara tu experiencia espiritual esta semana con la de la misma semana del año pasado para ver cómo Dios te ha llamado más alto. Todos somos guiados por Dios diariamente a ver las cosas desde un punto de vista más elevado e incluso más sublime. Nunca dejes de obedecer ninguna verdad que Dios te revele. Obedece y mantén tu vida a la luz de esta verdad.

Quiero invitarte a “escalar un poco más alto”, a escuchar nuevamente sobre el amor de Jesús por cada uno de nosotros individualmente. ¡Pero también Su amor por todos nosotros como Su Iglesia, Su Esposa! Que vuestro amor por Jesús, pero también por la Esposa de Jesús, sea renovado a través de Su Palabra.

Hablemos primero del amor de Jesús por cada uno de nosotros.

El amor de Jesús por mí:

A través de Jesús, Dios nos hizo a ti y a mí sus amadas hijas, sus herederas, somos la niña de los ojos de Dios. Dios nos sacó de las tinieblas (Col 1,13), de la esclavitud y de la muerte.

Recibimos tantas cosas nuevas: corazón nuevo, vida nueva, nombre nuevo, criaturas nuevas, naturaleza nueva, porque somos copartícipes de la naturaleza divina, Dios se convierte en nuestro Padre, Jesús es nuestro hermano primogénito y nosotros somos corderos junto con Jesús. .
Y aún hay más: El mío y tu nombre están escritos en la palma de la mano de Dios. Desde Jesús en adelante, mi nombre y tu nombre quedan registrados en el libro de la vida y pasamos a ser propiedad exclusiva de Dios porque fuimos sellados con el Espíritu Santo. 

Pero el propio amor de Jesús por mí me hace parte de Su Iglesia, Su Esposa a quien Él ama.

El amor de Jesús por su novia, su Iglesia:

Tú y yo, junto con todos los discípulos de Jesús sobre la faz de la Tierra, somos la Iglesia, que es la Esposa del Cordero. 

La Iglesia, que es Esposa de Jesús, es amada en el cielo y ha de ser amada en la Tierra. Estaba destinada a ser una corona de gloria. Su gloria necesita ser vista por las naciones. Ella es la luz del mundo.

 La relación entre Jesús, el Novio y la Novia es de amor que se da a su favor. Jesús perdona a su Esposa, la restaura, la transforma y la recibe como si nunca le hubiera sido infiel. “Tu vergonzoso pasado ha sido cancelado. Tu infidelidad es sanada y perdonada. Ahora ella es una Novia aceptada y amada. El Señor se casa con la novia. Así como Oseas perdonó a Gomer y se casó con ella, Dios nos perdona, nos restaura y nos casa. Jesús no amaba a una novia perfecta. Estábamos perdidos, ciegos, endurecidos y muertos. Éramos hijos de ira y nos descarriamos como ovejas. Pero él nos amó y puso su corazón en nosotros”.

Como hijas amadas y juntas como Iglesia y Esposa de Cristo, tenemos una nueva relación con Jesús. Gracias a la sangre de Jesús, he sido cubierto por su justicia. Ahora el oro de la gloria de Dios cubre la madera retorcida de la acacia. Somos un santuario donde Dios habita. (Éxodo 25,8).

Jesús se deleita en mí, se deleita en su Novia.

Siempre necesitamos que Dios nos recuerde nuevamente la belleza de ser la Esposa de Cristo, de ser juntos la Iglesia, de la cual Él es Señor. Fácilmente perdemos la alegría de ser iglesia en medio de conflictos, decepciones o dificultades, como ahora la dificultad de reunirnos de manera segura, protegiendo nuestra salud. Necesitamos recuperar la alegría de ser juntos la Esposa de Cristo.

La belleza de la Esposa de Cristo

Apocalipsis 21. 9: “Entonces vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de los últimos siete azotes y me habló, diciendo: Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero”.

La ciudad de Jerusalén es un símbolo de la Iglesia de Cristo. La ciudad de Jerusalén y la Esposa de Jesús son dos figuras que se aplican a la Iglesia de Cristo. La ciudad y la Novia son símbolos de la iglesia. En Apocalipsis 21, cuando Juan es llamado a subir a una montaña alta para ver la ciudad santa, ve a la Esposa del Cordero. 

Apocalipsis 21,9-27 describe la belleza de esta novia:

1) Ella es hermosa por fuera (v.11); 2) Ella es hermosa por dentro (v.19); 3) Está edificada sobre el fundamento de los apóstoles (v.14); 4) Está abierto a todos (v.13); 5) No está abierta a todo (v.27); 6) Ella no hace distinción (v.16); 7) Ella es gloriosa (v.18); 8) Tiene total intimidad con Dios (v.22); 9) Ella obedece a su Señor (22,3); 10) Ella reinará con Cristo (22)

Jesús hizo de la Iglesia su esposa, su amada. Él la amó, se entregó por ella, dejando la gloria. Él vino al mundo haciéndose hombre entre nosotros, dio su vida en la cruz para casarse con esta esposa. Murió para darle vida eterna. 

Ella será presentada hermosa, santa, sin arruga ni mancha. Recibiremos un nuevo cuerpo de gloria, similar al cuerpo de Jesús. Ni ojos han visto ni oídos han oído lo que Dios ha preparado para los que aman. 

La forma en que Dios describe a la Esposa de Su Hijo Jesús debería impactarnos, hacernos tomar más en serio nuestra relación como Iglesia, nuestro amor por la Esposa.

Mi amor por Jesús y la Novia.

¿Ya eres parte de esta amada iglesia, la novia del Cordero? Quiero invitarte a releer Apocalipsis 21 y regocijarte en Dios que podemos ser todo lo que Él nos ha hecho. Medita y ora agradecidos porque juntos somos la Esposa de Jesús. ¡Agradece la iglesia a la que asistes! ¡Ora por ella! No dejes de congregarte, no dejes de vivir y experimentar el discipulado con tus hermanos y hermanas. No dejes de edificarte y construir la Esposa de Cristo dondequiera que estés. Y si no te reúnes con tus hermanos y hermanas, busca una manera segura de hacerlo. 

No despreciéis ser y vivir como la Esposa que tanto ama Jesús.

 ¡Jesús quiere hacer nuevas todas las cosas en mi vida, en tu vida y en la vida de Su Esposa!

Apocalipsis 21.5: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”.