La receta para no tener que preocuparte por el dinero

Aprende un principio fundamental para estar preparado ante contratiempos financieros y brindarle más seguridad a tu familia, incluso si tu bolsillo está más ajustado

 

Cuando era muy joven decidí hacer un curso de paracaidismo. La promesa de adrenalina pareció superar el miedo y los riesgos intrínsecos al esfuerzo. Bastaría con firmar los papeles, con sus cláusulas y advertencias, para asustarnos a la mayoría de nosotros. Sin embargo, desde el principio tuve información valiosa que me tranquilizó: además del paracaídas principal en mi espalda, habría uno de reserva en mi pecho, para emergencias. Saber esto marcó la diferencia.

Era inevitable hacer una correlación con la reserva técnica que existe en los tanques de agua de los edificios residenciales y comerciales. Hay un detalle muy interesante en estas construcciones: la tubería de recogida de agua para consumo se coloca un poco por encima del fondo de la caja; y otro, un tubo especial, de reserva técnica, en el fondo de la caja, para utilizarlo en caso de incendio. De esta manera, aunque no haya agua en los grifos, habrá acceso a este recurso en medio de una emergencia.

En ese momento yo ya estaba en el ejército, carrera que nos da ciertas garantías y sensación de estabilidad al ser un servicio público, pero, por falta de educación financiera, todavía no era capaz de entender la necesidad de una reserva de emergencia en las finanzas personales. La falta de esta conciencia me llevó a sufrir sobresaltos durante el viaje.

Muchos años después, nuevamente atraído por la adrenalina, me lancé a una nueva aventura: bucear en la hermosa Ilha do Arvoredo, en Santa Catarina, a aproximadamente una hora en barco desde Florianópolis. Después de un breve entrenamiento, nos pusimos en marcha.

Esta fue una de las experiencias más espectaculares que he tenido. En este inolvidable contacto con la naturaleza, buceando en aguas transparentes, con peces y tortugas al alcance de mi mano, sentí una agradable sensación de libertad ante la grandeza del mar.

Sin embargo, cuando todo parecía ir bien, en el viaje de regreso a Florianópolis, nos sorprendió un incendio en el motor del barco y estuvimos a la deriva durante horas, hasta que llegó la ayuda.

La peor parte de esta historia fue saber que no habría chalecos salvavidas para todos si la situación se agravaba. En ese momento, ya tenía la madurez suficiente para aprender de los reveses, incluso en ese escenario tan preocupante.

Ya era de noche cuando fuimos rescatados. El silencio fue sepulcral entre los integrantes del grupo. Hubo un torbellino de sentimientos en todos nosotros. De esta experiencia, aprendí lecciones para toda la vida, incluyendo nunca subirme a un barco sin revisar el equipo de emergencia. Esto no es paranoia, es simple prudencia y amor a la vida.

Haciendo un paralelo con el vida financiera, He recomendado a mucha gente la precaución de tener una reserva para emergencias. Incluso si el plan es viajar en coche, no está de más comprobar el estado del mismo, calibrar la rueda de repuesto y asegurarse de que hay suficiente para un viaje seguro. No importa si el viaje es en un Beetle o en un Ferrari, todos necesitarán recursos para cambiar una llanta pinchada.

“No importa si el viaje es en un Beetle o en un Ferrari, todos necesitarán recursos para cambiar una llanta pinchada”.

He observado con preocupación pastores, misioneros y otros cristianos desempeñando su ministerio sin paracaídas de reserva, sin botes salvavidas, sin neumáticos de repuesto y sin fondo de emergencia. Esto no es bueno ni para los profesionales que realizan actividades no eclesiásticas ni para quienes se dedican a trabajar en la iglesia. Todo el mundo debe ser prudente con las finanzas.

Por eso, lector, por grande que sea tu fe, recomiendo encarecidamente la formación de una reserva de emergencia, para responder a situaciones inesperadas de la vida cotidiana. vale la pena seguir maravilloso ejemplo de José, quien ahorró el veinte por ciento de todo lo que produjo durante la época de las vacas gordas. Por lo tanto, no hubo necesidad de ello durante los tiempos de escasez.

Fíjese bien: en el caso de José fueron siete años de reserva. ¡Siete años! No puede esperar a recibir un gran salario o un ascenso para comenzar a ahorrar una parte de sus ingresos. La sensación de “dinero en el bolsillo” seguramente desencadenará el deseo de consumir.

Por tanto, ahorra una parte de lo que recibes. Tener el propósito claro de crear un margen de seguridad. Resista la tentación de utilizar este dinero para cambiar de coche, viajar o invertir en cualquier otro proyecto: el objetivo en este caso es tener un reserva. Las emergencias no avisan y puede tener efectos devastadores en las vidas de quienes no están preparados.

Los expertos recomiendan ir acumulando gradualmente una reserva equivalente a las necesidades de consumo de un año. Esto no es una utopía, es un paracaídas de reserva.

Quiero terminar este texto con un dicho popular lleno de sabiduría: “El que gana una y ahorra la mitad, nunca tendrá que temer la pobreza”.

Ailton Bastos

Pastor Batista, Teniente Coronel de Reserva del Cuerpo de Bomberos, Licenciado en Educación Física por ESEFEX, Postgraduado por la Fundação Getúlio Vargas FGV y la Fundação Osvaldo Cruz Fiocruz. Únase al equipo de mentores masculinos.

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