Como seres sociales, no fuimos creados para la soledad. Por lo tanto, si quieres ir más allá, invierte en construir relaciones significativas.
Caminar solo no es bueno. Primero, porque no fuimos hechos para la soledad. Dios nos creó como seres relacionales, a su imagen y semejanza. Mantenerse en contacto con otras personas es parte de nuestra necesidad básica. Cuando caminamos solos, estamos actuando en contra de nuestra naturaleza, de forma disfuncional. Como dice Paul Tripp en su libro “Las relaciones, un desastre que vale la pena”: “La comunión unos con otros no es sólo una obligación, es un aspecto de nuestra humanidad”.
Sólo en comunión con los demás reflejamos plenamente la semejanza de Dios. Al buscar relacionarme con alguien, afirmo mi condición de ser social. Solitarios, corremos el riesgo de deshumanizarnos y volvernos vulnerables a diversos males.
“No es bueno que el hombre esté solo”
Dios no pensó que era suficiente para que Adán encontrara plena satisfacción en la vida. El primer ser humano tenía alguien por encima de él, Dios; abajo, los animales, pero no había nadie a su lado. Entonces el Padre Celestial, que conoce todas nuestras necesidades, creó a Eva, alguien con quien podía establecer una verdadera conexión. Todos necesitamos a Dios y a la gente. De hecho, la vida cristiana se expresa en lo colectivo.
En medio de los dilemas y desafíos de la vida, hace una gran diferencia cuando tenemos a alguien que nos alienta, nos confronta con amor y nos lleva a un mayor compromiso con nuestro crecimiento personal, profesional, ministerial y espiritual. Posiblemente, no desarrollaremos todo el potencial que tenemos sin una persona que nos ayude a identificar puntos ciegos y periodos de estancamiento.
Otro peligro de caminar solo es no poder disfrutar de la belleza, la alegría y la grandeza de los vínculos del amor y la amistad. Generalmente tendemos a volvernos pragmáticos y rehenes del activismo, estableciendo vínculos en función de lo que hacemos y no de quiénes somos. Un ejemplo de esto son los pastores que, incluso rodeados de colegas de ministerio, no tienen amigos cercanos como confidentes, porque sus relaciones se basan únicamente en su rol ministerial, no en quiénes son.
Casamiento
Lamentablemente, podemos vivir con personas sin tener una conexión íntima con ellas. Esta situación revela la soledad que se siente no por la falta de alguien, sino por la ausencia de un intercambio significativo, que valide al otro como persona.
Puedo vivir una relación sin, sin embargo, nutrir la intimidad que me permite ser auténtico y exponerme sin miedo a ser rechazado, llevándome a actuar no en función de quién soy, sino de las expectativas que tiene el cónyuge.
Si esta situación es una realidad en su matrimonio, ambos necesitan hablar y cambiar, ya que la verdadera conexión entre ellos sólo ocurre cuando hay libertad. Se abre así espacio para la complicidad, la vitalidad, la felicidad y el perdón. Esto puede suceder tanto dentro del matrimonio como en otras relaciones.
Antes de ser marido y mujer, somos hermanos en Cristo. Cuando la Palabra dice que la edificación es mutua, se refiere también a la dinámica de la vida en común. En esta interacción, cada persona se convierte en “ezer”, un ayudante que lleva a otros a elevarse dentro de los propósitos de Dios.
Ministerio
La sinergia generada a partir de la relación trae una ganancia potencialmente mayor para nuestro desarrollo personal y ministerial. La interdependencia no quita responsabilidad a cada persona en su proceso de mejora, pero contribuye a un mayor compromiso con sus objetivos, mayor asertividad y posibilidades de caminos que conduzcan a buenos resultados.
En Eclesiastés 4, Salomón expresa esta verdad al dilucidar los beneficios que podemos obtener al no caminar solos: cooperación que permite un mejor desempeño; protección y aliento en situaciones de desánimo; confrontación cuando la circunstancia requiere arrepentimiento y confesión de pecados; “calidez humana” y compañía buena para el corazón y la mente.
En este sentido, la experiencia del discipulado es fundamental. Sea líder o no, todo ser humano es propenso al fracaso, a volverse triste, debilitado, desmotivado, dudoso y sin esperanza. Por eso necesitamos que alguien nos quite el viga de los ojos, ore con nosotros, nos consuele, nos anime, nos fortalezca y nos haga ver más allá de las nubes turbulentas.
Pasos prácticos
Por eso, es importante que inviertas tiempo en estar con personas que puedan ayudarte a crecer. Esto incluye el matrimonio en sí, tomándose el tiempo para fortalecer el vínculo entre usted y su cónyuge.
En un ambiente de gracia y aceptación, permitir la confrontación en el amor, estimulando el crecimiento, sin sentirnos amenazados o descalificados.
Recibir comentarios con humildad.
Reconoce y acepta tus necesidades. Entiende que, al identificarlos, te abres a la mejora y la superación.
Ten en cuenta que, en algún momento, alguien puede decepcionarte y viceversa. ¡Nadie es perfecto, ni siquiera tú! Por eso, pedir y ofrecer perdón deben ser ejercicios diarios. ¡El perdón sostiene nuestras relaciones!
Asegúrate de que nadie cambie a nadie. Todos deben comprometerse con su proceso de cambio, a pesar de los esfuerzos de amigos, cónyuge o mentores para alentarlos a alcanzar su máximo potencial. En última instancia, siempre depende de usted decidir si sigue adelante.
¡Queremos ayudarte!
Mentor Men and Women Mentor Ministries brinda diversos cursos de capacitación que tienen como objetivo cualificar las relaciones de discipulado y mentoría entre líderes, promoviendo, principalmente, la escucha efectiva y el diálogo productivo, habilidades que posibilitan el crecimiento en todos los ámbitos de la vida.
Si quieres saber más sobre nuestro trabajo, contáctanos y participa en nuestras actividades. Estamos disponibles para ayudarle en su viaje. •
Ilaene Schuler
Misionero Sépal, licenciado en Teología y especialista en Misión Urbana y Análisis Transaccional. Lidera el ministerio de Mujeres Mentoras, movilizando a mujeres en liderazgo para que experimenten el cuidado.
Publicado originalmente en el sitio web de Mulheres Mentoras.