¿Cuál es nuestro objetivo?

“FUE UN MOMENTO DE EVALUACIÓN. De mi vida. De mi familia. De la iglesia que pastoreo. Miré una pared y me pregunté: ¿Nuestra iglesia está saludable? ¿Estamos progresando? ¿Son fieles los miembros?

Todo parecía ir bien. Estábamos lejos de ser una iglesia superficial. No renunciamos a los valores morales, crecimos rápidamente y las conversiones de personas fueron frecuentes entre nosotros. La obra de Cristo y la centralidad del evangelio fueron fundamentales. Faltaba algo y no pude identificar qué era.

Entonces se me ocurrió que éramos deficientes como iglesia porque no habíamos identificado nuestro objetivo. Sabía quién no debería ser nuestro objetivo. Ni nuestra reputación, ni un presupuesto en constante crecimiento, ni siquiera una predicación centrada en el evangelio, ni un gran número de conversiones. Ninguno de estos son objetivos que valga la pena en sí mismos. Pueden ser el resultado si damos en el blanco correcto, pero nunca deberían ser el objetivo”.

“Después de unos momentos, tuve una idea más clara del objetivo en el que deberíamos habernos centrado desde el principio. No era un número, un edificio, una congregación, un ideal, ni nada similar a lo que habíamos logrado hasta ahora. En realidad, el objetivo debería ser la vida de las personas. Nuestra meta, como iglesia, debería ser realmente movilizar a cada individuo para que el reino se beneficie; ver a las personas involucrarse con la historia de Dios, una historia que se extiende hasta la eternidad. La iglesia está compuesta de personas, una persona tras otra, cada uno cuyo nombre es conocido en el cielo y cuyos cabellos están contados por el Dios de este cielo”.

“Puedo asegurarles que no estaba olvidando la gloria de Dios como nuestro fin último. Sin embargo, no debemos olvidar que son las personas en la iglesia quienes glorifican a Dios y lo disfrutan para siempre, no los programas o proyectos. La gloria de Dios debe reflejarse en el impacto en la vida de las personas.

Extracto del libro El discipulado en la iglesia local – Randy Pope – Editora Ultimato