por David Kornfield
En enero de 2017, creé un plan de acción para una nueva unción y avivamiento, pero no vi cambios significativos.
En 2020, de manera aterradora, Dios me elevó de categoría (Jer 12,5).
En el año 2022 Dios me dio tres mensajes proféticos para su iglesia en América Latina.
Esta semana creo que finalmente me estoy acercando a pasos concretos hacia una nueva unción y avivamiento que podría cambiar mi vida.
Y si lo permites, ¡el tuyo también!
“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, humíllate y ora, busca mi rostro y vuélvete de tus malos caminos, Yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra. (2Cr 7.14 NVI).
Gente para su gente.
Dios quiere encontrar personas que estén en la brecha a favor de su pueblo (Ez 22:30) y a favor del avivamiento. Personas que entienden, en el fondo de su alma, que no son las adecuadas y que su iglesia no es la adecuada para los desafíos que enfrentamos.
A lo largo de la historia Dios ha usado a estas personas en su profundo quebrantamiento y entrega:
- Moisés (Éx 3,1-12),
- Samuel (1 Sam 3,1-10),
- David (Sal 51),
- Salomón (2Cr 7,1-14),
- Daniel (Dn 9), y
- Nehemías (Nehemías 1).
Busco personas que puedan realizar estos pasos conmigo durante treinta (30) días, adaptándolos a su contexto:
-
Comience su tiempo devocional cada día meditando en 2Cr 7:14 durante dos minutos.
-
Comience cada reunión con la lectura de este versículo y dos minutos de silencio, todos orando por un avivamiento.
El avivamiento es un derramamiento soberano del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, si cumplimos las cuatro condiciones de 2Cr 7.14 (Humíllate y ora, busca mi rostro y apártate de tus malos caminos.), Dios promete que lo enviará. La esencia de estas cuatro condiciones es el santo descontento. Esto es profundamente evidente en las personas mencionadas anteriormente.
A finales de los años sesenta hubo descontento y grandes movimientos de protesta entre los jóvenes. Y el avivamiento surgió en todo el mundo en los años 1970.
Alimenta tu descontento. Profundízalo. Articula tus quejas y tristezas.
Pasa todo esto por el tamiz de ser santo. Preséntate ante Dios de manera similar a Isaías (Is 6), David (Sal 51), Daniel (Dn 9) y Nehemías (Ne 1).