El llamado de Jesús a la restauración

Por Daniel Vargas

Es 58,6-12; Es 61.1-4

Intenta imaginar la trayectoria de tu vida con la justicia del Señor frente a ti, como una enorme bandera que anuncia tu llegada a cualquier lugar, con la Gloria del Señor detrás y tú, bien protegido y feliz, en el medio. Aleluya.

Esta es la promesa de Dios para mí y para ti en Is 58:8: “Entonces tu luz brotará como la luz del alba y tu curación brotará sin demora; la justicia irá delante de vosotros, y la gloria del Señor será vuestra retaguardia”. 

Crezca de ser un discípulo a ser un discipulador, de ser restaurado a ser un restaurador. 

Todos hemos sido heridos en algún momento de nuestras vidas y necesitamos lidiar con las consecuencias y su influencia en nuestro comportamiento o emociones. Dentro de la iglesia también podemos resultar heridos en las relaciones, por eso es importante experimentar un proceso intencional de restauración. La restauración es parte del proceso de discipulado. En algunos casos es necesario un proceso de restauración profunda, para ello te recomendamos buscar la participación en un grupo especializado con herramientas y capacitación para tal fin.

En el texto de Is 58 Dios bondadosamente hace la promesa de un cambio profundo en nuestro ser, una transformación de adentro hacia afuera como una curación que “brotará sin demora”.

“Entonces pediréis ayuda, y el Señor os responderá; clamarán pidiendo ayuda y él dirá: 'Aquí estoy'”. Cuando Dios promete que responderá con Su presencia, tengo la seguridad de Dios de que Él está comprometido a transformar mi vida a través de Su poder y gracia. 

¡Dios está diciendo: “Estoy aquí” (Hineni) a mí y a ti! 

La promesa de una luz que irrumpe como la luz del alba se contrasta con la oscuridad de los versículos relatados en los versículos 6, 7, 9b y 10. Las condiciones requeridas por Dios (Is 58,6-7, 9-10) para la promesa de nuestra restauración y el crecimiento en la vida espiritual son nuestras posturas que apuntan a poner fin a las tinieblas de la opresión humana (Is 58,6), actitudes de verdadero apoyo a los necesitados (Is 58,6,10), ser proactivos para poner fin a la el desamor y la censura maliciosa (Is 58,9b). Dios nos invita a cambiar nuestra vida interior en un profundo proceso de restauración que se refleja en una transformación exterior en nuestras relaciones. El proceso de transformación interior da como resultado cambios de comportamiento. La obediencia a las demandas de Dios trae sanidad y la sanación resulta en más obediencia. 

 Hay una nueva promesa en Isaías 61. La promesa de que el Espíritu del Señor nos unge para caminar con otros en sus procesos de restauración. Sin embargo, sólo podemos ser restauradores si primero somos personas restauradas o en proceso de restauración. 

La unción del Espíritu Santo es un “derramamiento” de la presencia de Dios que nos da discernimiento espiritual, gracia (para servir a Dios y a los demás) y poder. Esto sucede a menudo cuando una persona siente un profundo descontento espiritual y busca intensamente a Dios. También puede ser cuando entras en una nueva fase del ministerio y necesitas poder de lo alto para hacer algo que está más allá de tu experiencia y capacidad.

En nuestra experiencia de caminar con el discipulado en el contexto de un grupo de hasta cuatro personas (microgrupos) hemos utilizado estudios de la Biblia del Discipulado como material de estudio para compartir en las reuniones. Y con eso, cada ocho estudios, es decir un módulo completado, nos reunimos para compartir en qué está trabajando Dios en nuestras vidas, dónde nos está restaurando de esos últimos ocho estudios. Para ello utilizamos como sugerencia para compartir las siguientes preguntas, que son previamente respondidas por cada participante:

En la próxima reunión tendremos tiempo para compartir sobre nuestro proceso de crecimiento basado en los últimos ocho estudios. ¡Ven preparado! ¡Sigamos creciendo! Para ello, intente identificar:

  1. De los estudios de este último módulo, ¿qué fue lo que más te llamó la atención de Dios?
  2. Un área en la que Dios ha estado trabajando en tu vida estos últimos dos meses.
  3. ¿Qué has hecho ya para crecer en esta área?
  4. ¿Cómo se puede seguir creciendo más en este ámbito?

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