Restauración: discipulado, batalla y sanación de memorias

por Ilaene Schuler y Daniel Vargas

Un auténtico discípulo de Jesús vive un proceso intencionado de crecimiento que le lleva a la madurez. Y para avanzar en nuestro crecimiento, dependiendo de la historia de nuestras vidas, necesitaremos diferentes tipos y niveles de ayuda, como la restauración y la curación de recuerdos.

En las relaciones de discipulado es muy importante entender dónde se encuentra la otra persona en su nivel de crecimiento espiritual para poder animarla a seguir creciendo.

En 1 Juan 2:12-14, Juan habla de los discípulos que crecen hacia tres niveles de madurez, a los que llama “hijos”, “jóvenes” y “padres”. 

El primer nivel es “hijitos”: “Os escribí, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados”. A todos los cristianos se les perdonan los pecados, entonces, ¿por qué se les menciona esto a los niños pequeños aquí? Muchos desconocen los increíbles cambios que ocurrieron cuando nos convertimos en cristianos. O no lo saben o han olvidado quiénes son en Cristo. Como resultado, su autoimagen se deriva de la fuente equivocada. 

Tres preguntas fundamentales nos ayudan a entender esto:

  • ¿Quién dices que eres?
  • ¿Quién dice la gente que eres?
  • ¿Quién dice Dios que eres?

Cuando permitimos que nosotros mismos, o los que nos rodean, o nuestras experiencias pasadas determinen quiénes somos, daremos vueltas en círculos y no avanzaremos en el crecimiento espiritual. La base de nuestro crecimiento es nuestra identidad en Cristo.

Jesús nos dice que la clave de la libertad es conocer la verdad. Para que las personas crezcan más allá del nivel de “niños pequeños”, deben aplicar en sus vidas las verdades fundamentales sobre quién Dios dice que son.

Volviendo a nuestro pasaje de 1 Juan, el siguiente nivel de madurez es ser “joven”. La cuestión clave para los “jóvenes” es que ya han vencido al maligno, es decir, entender la batalla y el proceso de renovación de nuestra mente.

Hay personas que nunca han oído hablar de quiénes son en Cristo. Sin embargo, la mayoría de las personas lo han escuchado muchas veces, pero realmente no pueden vivir una vida que refleje estas verdades.

Los “jóvenes” han permanecido en la Palabra”. ¿Cómo podemos ayudar a las personas a ajustar sus vidas de acuerdo con la verdad que nos dice la Palabra? 

Bueno, tratamos de repetir esta verdad varias veces cada semana en los mensajes de la secta o su grupo. ¡Pero es posible que alguien reconozca la verdad intelectualmente y nunca toque su corazón, sin tener ningún efecto en su carácter o transformando su vida!

Hasta que conocí a Jesús, tenía un patrón de comportamiento basado en lo que creía que era verdad. Ahora que conozco a Jesús y la verdad sobre mí mismo, necesito renovar mi mente identificando y renunciando a las falsas creencias. Y, basado en la Verdad, establecer un nuevo patrón de conducta, ajustando mi vida en base a lo que Dios dice de mí. Tener un grupo o una relación de discipulado, con aliento y responsabilidad, es esencial para que se produzca este proceso de ajuste en nuestras vidas.

Después de “niños” y “jóvenes”, Juan nos presenta un tercer nivel que es el de ser “Padres”, ya que conocen a Dios a través de una relación íntima.

Cuando las personas saben lo que se ha hecho por ellos y resuelven conflictos personales y espirituales identificando sus falsas creencias, pueden alcanzar la madurez y convertirse en “padres” que conocen a Aquel que ha sido desde el principio”.

 Conocer a Dios en una relación profunda es la esencia de la vida cristiana. No hay ninguna razón por la que no todos puedan alcanzar este nivel de madurez, pero lo cierto es que la mayoría no lo hace.

Muchas veces en los grupos de discipulado nos relacionamos con las personas como si estuvieran en el nivel de “padres”, pensando que son maduros y están firmemente arraigados en Cristo. Pero algunos todavía están en el nivel “joven” y no han ganado la batalla en sus mentes. Sin embargo, una gran mayoría, incluso en los dirigentes, siguen siendo “niños” y beben leche, cuando hace mucho tiempo deberían haber comido alimentos sólidos.

¡Crezcamos juntos, hacia la madurez!

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